«América Latina será lo que Rusia no pudo ser»
Hugo Chávez, 10-11-2005
«Aquí resurge el sueño de la Unión Soviética»
Alí Rodríguez Araque, 19-04-2008
Puede sonar a paranoia. Algunos me dicen que es una exageración. Pero la idea que le da el título a este artículo, es algo que vengo sosteniendo desde hace algún tiempo.
Luego de la caida de la Unión Soviética, esa inmensa fábrica de muerte y destrucción, los comunistas y socialistas alrededor del mundo quedaron desamparados. Los vaticinios que desde hacía más de 80 años se habían realizado. La realidad era más fuerte que la teoría. Y esta realidad confirmó aquello que muchos teóricos habían dicho, que el socialismo no era viable.
La caída de la Unión Soviética fue lograda sin un sólo disparo, y sin necesidad de que los Estados Unidos la invadieran o iniciaran una guerra. Fueron los pueblos oprimidos de esas dictaduras quienes decidieron salir del socialismo. Pero con el fracaso del socialismo real, los intelectuales de izquierda volvieron a sacralizarlo, ya que éste había vuelto a su condición primitiva: la utopía.
Pero estaba Latinoamérica. En los años 60 del siglo XX ya lo habían intentado. Fidel Castro y Ernesto Guevara invadieron estas tierras, intentaron crear «uno, dos, cien vietnams», intentaron desestabilizar democracias nacientes, tal como en Venezuela, manipularon y dictaron guías de actuación a otros gobiernos, tal como el gobierno de Allende en Chile, enviaron asesores y armas a movimientos guerrilleros como en El Salvador, Colombia y Nicaragua. Pero fracasaron. Lo peor de ese fracaso es que fue momentáneo.
Fue momentáneo porque planificaron, a partir del momento de su fracaso guerrillero, tomar el poder por otras vías. Y siguieron perfectamente a Gramsci. Penetraron y dominaron a la educación, los medios y la cultura. Metieron su ideología hasta en la sopa. Nos adoctrinaron sin remordimiento alguno para formar al «hombre nuevo.»
Adicionalmente a esto, los gobernantes latinoaméricanos, tan proclives al socialismo democrático, a otorgar prebendas que llaman concesiones, a proteger las fortunas de los poderosos en contra de la propiedad del resto de los ciudadanos, a través de barreras al comercio y al emprendimiento empresarial, y en última instancia a robar al ciudadano de a pie, en especial al más pobre, a través de la devaluación y la inflación; regaron el terreno para que creciera el socialismo. Llenaron a latinoamérica de pobreza e inequidad y, sobre todo, del sentimiento general de que alguien nos había robado algo.
Y de pronto apareció él. El mesías socialista con rostro humano. Y esta vez con nombre y apellido: Hugo Chávez. Con un discurso incendiario que fomentaba la división social. Que prometía quitarle a los ricos aquello que, en muchos casos, verdaderamente, le habían quitado a los pobres.
Pero lo peor no era su llegada. Es su tránsito. Aplicando las viejas tácticas de la KGB Soviética y del G2 Cubano, ha financiado movimientos de izquierda radical a lo largo de latinoamérica. Evo Morales, Rafael Correa, Mauricio Funes y Daniel Ortega son ejemplo de ello. Disfrazando todo de solidaridad con los pueblos, firma convenios de «intercambio justo», de respetar asimetrías, con el fin último de comprar voluntades políticas. Sin olvidar el financiamiento a los grupos terroristas de Colombia.
Desde hace algunos años apareció la propuesta del ALBA. Supuesta propuesta en contra del ALCA. Se trata de un plan de «integración latinoamericana», cuyo fin último es implantar el socialismo, el del tipo soviético, en toda la región. Y dentro de ese plan Colombia y Chile son objetivos estratégicos. Uno por razones históricas, y el otro por venganza.
El ALBA es el resurgir de la Unión Soviética. Y esto es el resurgir de los enemigos de la libertad. Y al parecer la humanidad va a perder otro siglo. Otro siglo de muerte y destrucción a causa del socialismo real. Ojalá esté equivocado.
Osmel Brito-Bigott
Director Académico de la Organización para la Democracia Liberal en Venezuela (ODLV)