Los desafíos económicos y sociales que tendrá que enfrentar quien gane las elecciones del próximo mayo serán de muy difícil solución y exigirán el sacrificio de todos los sectores de la sociedad. De acuerdo con la Dirección de Crédito Público y el Banco Central, respectivamente, la deuda de nuestro país llega a más de 30% del Producto Interno Bruto, estamos pagando tasas de interés en el mercado internacional de 6,75%. El déficit en el 2011 fue de un RD$60 billones, un 2,75% del Producto Bruto, RD$27 billones más de lo originalmente presupuestado.
¿Cómo se puede casi duplicar el déficit proyectado en tan solo un año? ¿En qué estamos gastando tanto? Imagínese si esto pasara en su familia, en su casa. No hay economía que aguante, ya sea nacional o familiar.
Y es que a pesar del aumento del gasto público, los problemas centrales en nuestro país siguen sin solución.
El Gobierno nos informa que seguimos creciendo económicamente y que aumentan las exportaciones, pero ¿por qué entonces no tenemos los recursos necesarios para enfrentar los principales flagelos que retan el país, como la inseguridad, la droga, la falta de educación de calidad y la igualdad de acceso a buena salud para todos? ¿Cómo es posible? Y es que por ejemplo, todos experimentamos los apagones.
En 8 años de administración Fernández y muchas promesas de mejora, seguimos pareciendo un país muy lejano al siglo XXI. De acuerdo al Banco Mundial, República Dominicana está en el lugar número 123 de un total de 183, en la capacidad de proveer electricidad a sus ciudadanos, y esto solo por mencionar un ejemplo de una necesidad básica de la época.
Crecimiento como el nuestro suele asociarse con una mejor capacidad y recursos más amplios para combatir problemas como el narcotráfico y la falta de educación. Sin embargo, persisten dichos problemas.
La Dirección Nacional de Control de Drogas reportó un aumento de 34% en la interdicción de drogas entre 2009 y 2011, una mejora bienvenida en contraste con su acción anterior. Pero la decisión del gobierno de pedir a los Estados Unidos que construyan una base para la Marina de Guerra Dominicana a costo de $1.5 millón –dotada solamente con personal dominicano– en la isla Saona, es una señal clara que persiste nuestro país en ser el centro del narcotráfico en el Caribe.
Un desafío parecido encontramos en el sector de educación. ¿Cómo puede ser que el país crezca como nos informan y todavía el gobierno no alcance invertir apenas un 4% del PIB como establece la ley y que tantas veces prometió? Para este año 2011 no se llegó tan siquiera al 2%, además, de 100 jóvenes entre 15 y 17 años, solo 25 llegan a la secundaria y menos de 10 llegan a la Universidad. ¿Cómo puede ser que la deserción escolar sea de 50% y la repitencia de 14% tras el tercer grado? de acuerdo a UNICEF y el Fondo de Población de las Naciones Unidas esta realidad no hace más que aumentar la desigualdad social y reducir la posibilidad de contar con los recursos humanos necesarios para competir en este mundo dinámico y globalizado.
La clase media, un claro signo de desarrollo, no está creciendo en el país.
El Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo señala que un 44% de dominicanos pertenecen a esa clase media, tasa que apenas ha cambiado desde la crisis financiera global. De hecho, según la Encuesta Nacional de Fuerza de Trabajo del Banco Central realizada en el 2006, en el 2002 la clase media constituyó un 50% de la población, y en el 2004 un 36%. Todavía alcanzamos la cifra de hace 6 años.
Otra barrera al crecimiento de la clase media es que el sistema actual de impuestos exige que la clase media pague una proporción de tributos más alta de la que paga la clase acomodada.
No hay duda que el enfoque de gravar el consumo le hace daño al sector medio. Si es como informa el gobierno que la economía está tan bien, ¿por qué estamos en la posición 82, de un total de 110 países relevados por el Instituto británico Legatum? O ¿por qué estamos 110 de 142 en el índice de competitividad global del World Economic Forum del año 2011-2012? Y por si no fueran suficientes malas noticias, estamos además en la posición 140 de 183 países incluidos en el índice del Banco Mundial “Doing Business”.
Con tales problemas, no es de extrañar que la gente esté desesperanzada.
¿Quién podría reformar una situación así? Hay razón para creer que alguno de los dos principales candidatos presidenciales puede jugar ese papel.
–Uno; un ex-presidente que gobernó durante una de las crisis económicas más severas de la historia de la República Dominicana; el otro, un líder del mismo partido que a lo largo de los ocho años previos ha manejado la economía del país que ha favorecido a muy pocos–.
El próximo presidente debe asegurar que el crecimiento económico alcance a los pequeños empresarios y a las clases medias y bajas, que más recursos se destinen a promover la educación, a reducir las regulaciones comerciales, y a combatir al narcotráfico y la violencia.
¿Tendremos un presidente así?
El autor es diputado