Aterricé un viernes en Monterrey, capital del Estado Nuevo León de México, hogar de muchas de las más importantes industrias de ese hermano país, lo cual se traduce en un desempleo casi simbólico de solo 2% pero que al compartir frontera con Texas, Estados Unidos, se ha visto amenazado por la violencia que genera el narcotráfico. Definitivamente, tierra de muchas oportunidades así como desafíos.
Invitado por el gobernador electo Jaime Rodríguez “El Bronco”, a quien tuve el honor de recibir en su visita a la República Dominicana, compartí durante 72 horas con el político mexicano del momento. Con una carrera ascendente, comenzó en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), para luego tomar un camino independiente que lo obligó a innovar y reencantar al electorado, ante el dominio del PRI, el Partido de Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD).
“No hice nada extraordinario”, me dijo en una oportunidad, al relatarme su campaña electoral, la cual sustentó con recursos cuyos montos estaban lejos de los enormes presupuestos de los grandes partidos que han dominado México desde el fin de la Revolución. Diálogo cara a cara, contenido de interés y un conocimiento acabado del electorado fueron sus acciones más relevantes, las cuales buscaron el voto de mujeres y hombres, jóvenes y envejecientes, que en un 48.86% se sintieron identificados y lo eligieron gobernador el domingo 7 de junio de 2015.
No se trata de un desconocido que apareció de la noche a la mañana. El Bronco ya había hecho carrera política durante 33 años en los que trabajó por su comunidad como diputado local, diputado federal y Alcalde del Municipio de García. Por ello, no podía detenerse ante las peleas internas e intereses particulares del partido en que había militado toda su vida y finalmente renuncia al PRI en septiembre 2014.
Se unió entonces a la plataforma independiente “Cerebro, Corazón y Carácter”. Antes de hacer oficial su candidatura, tenía que reunir 103 mil firmas, el equivalente al 3% de la lista nominal del Estado. El “Bronco” reunió 335 mil, y en marzo de este año haría oficial su candidatura, cuya victoria, tomando en cuenta la historia mexicana de poder casi omnímodo de los partidos tradicionales, parecía en el mejor de los casos, improbable. Muchos estarían equivocados.
El “Bronco” decidió hablar menos y escuchar más, y si habló, fue cuando supo qué decir, a quién decírselo y cómo hacerlo. De ahí la importancia del prolijo trabajo que llevó a cabo en las calles y en Internet, impulsado por las redes sociales que al mismo tiempo que le permitieron interactuar con sus seguidores y críticos, le otorgó valiosa información sobre sus gustos, intereses y vida en general. Privilegiando el contacto por encima de las enormes vallas e intensas campañas publicitarias, se transformó en un producto con el que los ciudadanos de Nuevo León se sintieron nuevamente encantados.
Jaime Rodríguez no es un revolucionario ni un antisistema, es más bien un hombre político que busca mejorar el sistema y que salió de lo tradicional cuando este esquema no le llenaba ni le otorgaba las oportunidades adecuadas y en el momento oportuno junto a un grupo de colaboradores voluntarios y de empresarios preocupados por el futuro de su país, impulsó con menos recursos pero más corazón su propia carrera, logrando despertar del letargo a casi un millón de personas que le otorgaron su voto.
Para la anécdota, en una votación ajena sobre quién debía dirigir el departamento de biología en la Universidad de Nuevo León, “El Bronco” obtuvo 45 votos simbólicos. A ese insólito escrutinio se sumaron los gritos de cada domingo en el estadio que juegan Los Tigres de Monterrey que yo mismo presencié, 40 mil almas pidiendo a todo pulmón que cambien al capitán del equipo y pongan a “El Bronco” en su lugar.
Pude además presenciar reuniones de trabajo de “ El Bronco”. Su trato siempre es ameno y cercano y al mismo tiempo firme. Sabe que la transición –asumirá la gobernación en octubre próximo– es un tiempo preciado para ponerse al corriente de la realidad actual de la oficina que va a liderar, a la cual nos confesó hará profundas transformaciones de forma y fondo, “más ágil y operativa, menos complicada”.
Importante resaltar que esto fue posible porque la sociedad que quería un cambio supo involucrarse y apoyar a quien correctamente interpretó sus anhelos. Muchas veces el cinismo se apodera de las personas y esto se traduce en un clima de inevitabilidad donde parece que se está condenado a la realidad actual.
Jaime Rodríguez “El Bronco”, desde uno de los países con partidocracia más fuerte del continente y el mundo, nos muestra que un rumbo distinto se puede lograr si quienes sueñan con él se atreven a trabajar para que así sea.
Víctor Bisonó
El autor es Presidente del CAPP